Visitando “La Ultima Cena” en Milán

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Uno de los principales motivos de querer visitar Milán, fue sin dudas la posibilidad de poder estar frente a una de las obras maestras más famosa de la pintura. Sin dudas cuando uno habla de La Mona Lisa, o en este caso, La Ultima Cena, es indudable quien aparece en escena al instante: Da Vinci !.

Para ponernos un poco en tema, estamos hablando aquí de una de las obras de revolucionó el arte en la época en la cual fue pintada y sin dudas sigue generando asombro y admiración hoy en día, a pesar del estado en el que se encuentra; pero ya me voy a adentrar en eso un poco más tarde.

La Ultima Cena es una pintura realizada en un mural, el cual se encuentra ubicado en el refectorio (es el salón comedor de los conventos o monasterios) de la Iglesia de Santa Maria delle Grazie. La obra fue encargada a Leonardo en 1494 por Ludovico Sforza (alias “El Moro”), duque de Milán, quien no solo había mandado a construir la Iglesia, sino que también realizó los encargos de posteriores modificaciones, ya que llegó a pensar la misma como lugar de descanso de los Sforza (aunque él nunca llegó a estar enterrado allí ya que murió en prisión en Francia luego de caer su ducado).

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La obra maestra de Leonardo

Para visitarla es condición sacar entradas con anticipación a través de la página web http://www.vivaticket.it/index.php?nvpg[tour]&id=744&change_language=1 (en inglés). Leí por ahí que a veces uno se puede presentar y sacar entradas en el momento, pero ya es un factor de suerte, dependiendo que en ese horario en particular haya lugares disponibles (difícil) o bien se haya realizado alguna cancelación. Solo basta seleccionar en la página un día y horario, presentarse unos minutos antes para obtener los tickets previamente reservados y listo, realmente muy rápido y práctico.
La verdad hay que decir que está todo muy bien organizado, no hay gran cantidad de gente porque cada turno agrupa solo a 30 personas, pero por supuesto la gran contra de todo esto es que solo se puede tener contacto con el gran Leonardo, durante unos escasos 15 minutos, nada más. Suena a poco? Sí lo es!. 

De repente llega la hora indicada, las rejas se abren y nos sentimos uno de los 30 afortunados que están a punto de ingresar a presenciar la historia frente a nuestros ojos. Así vamos caminando por un largo pasillo junto al claustro de la iglesia, mientras una serie de puertas vidriadas se van abriendo y cerrando a nuestro paso, siendo esto es una medida para que el aire exterior ingrese lo menos posible a la sala, evitando así lo más posible factores que contribuyan a su deterioro. Y así seguimos caminando hasta que llegamos a la última puerta, la que da el acceso al refectorio.

La Ultima Cena, Claustro, Cenacolo Vinciano, Santa Maria delle Grazie

Esperando ingresar al pasillo para entrar al refectorio

Santa Maria delle Grazie, Claustro, La Ultima Cena

Claustro de Santa Maria delle Grazie

Una vez que entramos, la vista se dirige rápidamente a nuestra derecha para descubrir este tesoro que tantas veces vimos en libros, revistas, en la tele y hasta en el cine (hay alguien que no haya visto “El código Da Vinci”??); ahora estaba ahí, en vivo y en directo, a metros de nosotros y es casi imposible que a uno no se le piante un lagrimón.

Leonardo pinto La Ultima Cena no como una pintura al fresco, que era lo más corriente que se solía utilizar en ese momento, sino que buscó crear un nuevo método de pintura generando unas capas de yeso previas como lienzo, para luego aplicar sobre la misma su creación realizada al óleo y temple. Si bien esté método le permitió a Leonardo poder pintar con mucho más tiempo y dedicación (en contraposición a la técnica del fresco que requería ejecutar la obra con mayor velocidad), el mismo representó una suerte de condena para el mural considerando el rápido deterioro que sufrió luego de terminada.

Para tener una idea de esto, podemos hacer una comparación entre la obra maestra de Leonardo, y una réplica casi exacta, realizada en tela por uno de sus discípulos, Giampertino, unos años después de finalizada la original. Es de esta forma que se permite tener una idea de lo que era originalmente la obra de Leonardo y lo que transmitía con dicha pintura. De hecho fue la obra de Giampertino, la que se utilizó como fuente principal para la restauración que tanto años demando “La Cena”.

La Ultima Cena, Giampertino

La Ultima Cena de Giampertino

Ya dentro de la sala, nos ponemos a contemplar una obra que ocupa 8 metros de ancho por 4 de alto, va de pared a pared, y uno ni bien ingresa ya empieza a recorrer cada una de sus partes, las expresiones de los discípulos luego de que Jesús les comunicara que uno de ellos lo iba a traicionar esa noche, el rostro apesadumbrado de Jesús, los movimientos de los cuerpos de los personajes, los detalles en la mesa, la ilusión óptica que genera el fondo del cuadro donde parece continuar el espacio del comedor hacia el cuadro en sí. Todo esto en 15 minutos. Como ser lo suficientemente racional para pensar que esos pocos minutos alcanzan para terminar de disfrutar la historia que tenemos frente a nuestros ojos?. Hay que conformarse, no hay otra que pensar eso.

Detalle de Jesús y sus apóstoles

Se puede observar lógicamente el deterioro en la obra, pero considerando todo lo que tuvo que pasar durante su historia, hay que aplaudir de pié a quien se encargó durante unos increíbles 20 años a restaurarla (su nombre es Pinin Brambilla) levantando capas de restauraciones fallidas y dejando expuesta la verdadera obra de Leonardo. Solo para nombrar algunos ejemplos, algunas de las peripecias por las que tuvo que pasar a lo largo de su vida:

  • ya inclusive con Leonardo en vida, la obra mostraba signos de deterioro por el tipo de técnica utilizada, teniendo el artista que ir a retocarla en algunas oportunidades.
  • sufrió desprendimientos en algunos sectores y el crecimiento de moho.
  • por detrás de la pared donde Leonardo creo “La Cena”, estaba la cocina de la Iglesia, lo que tampoco favorecía las condiciones de la pared para soportar el calor y humedad típicas de estos ambientes.
  • para permitir el acceso del salón a la cocina, inclusive se hizo un agujero en el medio de la pared para agregar una puerta, lo que hizo perder para siempre parte del mural.
  • la obra pasó por muchas restauraciones que en vez de beneficiarla, terminaron perjudicándola aún más, muchas de las cuales llegaron inclusive a cambiar la fisionomía de algunos de los personajes de la obra.
  • en Agosto de 1943 sobrevivió de milagro a los bombardeos de Milán en plena Segunda Guerra, quedando la pared en pie entre los restos de escombros de gran parte de la Iglesia y en particular del refectorio.

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Se vé el estado en el que quedó la Iglesia luego del bombardeo, increíble que la pintura haya sobrevivido a esto.

Leonardo tardó unos cuatro años en terminar su obra, e inclusive una vez terminada (a lo que se llegó casi por una orden directa de Ludovico Sforza viendo la demora que estaba teniendo el artista en su culminación), Leonardo decía que todavía tenía que retocarla y finalizarla. Durante el tiempo que tardo en pintarla, había días donde Leonardo pasaba horas ejecutando su obra y días en los cuales podía pasar el día entero observándola, de repente levantarse, dar una pincelada, para luego volver a su estado de observación. Pasaba horas enteras caminando por las calles buscando encontrar el modelo perfecto para cada uno de los integrantes de la mesa, tenía estudios realizados con dibujos preparatorios con los cuales podía de a poco ir completando su obra, dejando casi ningún elemento librado al azar, tal fue el trabajo descomunal que emprendió durante tanto tiempo.

Pasan los minutos en el refectorio y sigo observando cada detalle, completamente absorto del mundo exterior, ese mundo paralelo que se vive en esa habitación solo nos permite estar presentes ahí en ese momento, nada más existe y nada es más es importante que estar ahí con Leonardo, que nos invita a admirar su obra maestra y nos sigue dejando con la boca abierta, más de 500 años después.

Apenas un rato pude dedicar para ver la obra que está justo enfrente de “La Cena”, que es “La Crucifixión” del milanes Donato Montorfano, sin dudas es una obra excelente pero uno busca aprovechar tanto el tiempo en admirar a Da Vinci, que su vecino sin dudas recibe una atención mucho menor. Igualmente vale la pena aprovechar aunque sea el tiempo de poder admirarlo con más detenimiento cuando se está saliendo del refectorio, ya que la puerta de salida está ubicada muy cerca del mural.

Crucifixion, Donato Montorfano, Santa Maria delle Grazie

La Crucifixion de Donato Montorfano

Ya es hora, pasaron los 15 minutos y les puedo asegurar que pasan volando. El personal de seguridad empieza a arriarnos hacia la salida y son muy ágiles para eso, son las últimas miradas a la obra maestra, ya caminando hacia la salida me doy vuelta y camino marcha atrás, buscando sacar el último provecho de los segundos que quedan como una forma agradecimiento y despedida, esperando que la misma sea solo temporal y algún día, tengamos la chance de volver a pisar ese reciento.

Se cierran las puertas y el grupo siguiente es autorizado a ingresar, y así sigue el ritual día a día, donde miles de personas pueden llegar a conocer la obra maestra. Obviamente nos queda el gusto triste de no haber podido estar más tiempo allí, pero felices de haber tenido la chance de conocerlo, ya que a esa altura, quien nos quita lo bailado?.

Como en muchas otras atracciones, se sale al shop donde podremos elegir entre muchos libros y publicaciones referidas al tema (nosotros aprovechamos para enriquecer nuestra biblioteca obviamente ), regalos y souvenirs varios. La nota de color está dada en que ni bien uno sale de ver la obra, hay un póster grande colgado de la misma en el que la gente (y nosotros incluidos lógicamente), se pone a sacar fotos. Teniendo en cuenta de que está prohibido tomar fotos dentro del refectorio, por lo menos nos quedamos con la sensación de tener una foto con “La última cena”, que no será la original, pero por lo menos tiene el título de ser la que más cerquita está de esta. 

Hay que recalcar que la visita al Cenácolo Vinciano (así le llaman en italiano) no se mezcla con la Iglesia por más que sea un sector de la misma; por eso es muy recomendable luego de visitar la atracción principal, ingresar a la Iglesia para hacer una visita ya que es muy interesante. Es un lugar muy lindo donde conviene pasar un rato y observar el lugar. Acá van algunas fotos.

Santa Maria delle Grazie - Interior

Interior de la Iglesia

Santa Maria delle Grazie - Claustro

El claustro de la sacrestía 

Santa Maria delle Grazie - Interior

Nave principal

Santa Maria delle Grazie - Exterior

Hermosa Iglesia, por dentro y por fuera

Y así terminó para nosotros esta increíble experiencia, cumpliendo un sueño sin dudas y empezando a caminar despacito bajo la lluvia de Milán en busca de nuestro próximo destino a visitar, sabiendo que recién acabábamos de ver la historia frente a nuestros ojos.

Luc.

2 Responses

  1. Constanza Feider

    Excelente post, impresionante La Ultima Cena, importante tener en cuenta los datos de los cuales no se puede prescindir para agendar la visita y sacar las entradas con anticipacion. Lastima que solo son 15 minutos…15 minutos que me acompañaran el resto de mi vida! cuando volvemos????!!!!!! Besos =)